Hace justamente un año, el país entero hablaba de Belgrano, más que el país el mundo. Hace un año, un grupo de jugadores y cuerpo técnico lograban entrar, por una ventanita, a una promoción que se enfrentarían, nada más ni nada menos con River Plate, uno de los 2 equipos más destacados de toda la Argentina.
Con humildad, sabiendo sus carencias pero explotando sus virtudes, Ricardo Zielinski planteaba un partido de igual e igual y estaba decidido a consolidar lo que fue en el Gigante de Alberdi con el 2-0 arriba.
De la suela de Franco "El Mudo" Vazquez, del intratable "Picante" Pereyra que ya era sensación en todo el país, de la garra de Farré y de la mano del histórico Juan Carlos Olave y gracias a miles y miles de piratas que nunca se cansaron de alentar y estar siempre.Banderas celestes con calaberas y parches flageaban por todo el suelo porteño de Buenos Aires, en cada rincón, en cada esquina, un murmullo sonaba y solo se escuchaba un nombre.
Mariano Pavone explotaba el arco del "1" celeste y el Monumental comenzó a creer, en volver a creer en la esperanza de espantar a este grupo de jugadores que no estaban dispuestos a rendirse frente a 50 mil espectadores, y apenas algunos miles de piratas.
Iba por allá en los primeros 15 minutos del segundo tiempo que, Guillermo Farré recogía un rebote y marcaría el estallido en esa poquita gente pirata, pero enorme que explotaba en cada rincón de la Argentina.El 5, la garra que tanto caracteriza a Belgrano, mostraba la camiseta y le mostraba al mundo de que color se iba a teñir el monumental de ahora en más. Decía" acá estamos, somos nosotros lo que vamos a hacer descender a River".

No faltaba mucho pero increíblemente, el arbitro le daba una oportunidad más al millonario de la mano de un penal que ejecutaría Pavone. En ese arco, en el arco de Juan Carlos Olave, la mitad de Córdoba estaba con él, a su lado, la mitad de Córdoba acompañaba a su ídolo en lo que podría ser la mayor hazaña de su vida. Con el potro en su pecho, cada uno de los piratas, se tiraron junto a él al medio y contuvieron el aliento de casí la mitad del país, un club tan modesto como Belgrano de Córdoba, tan humilde con todas sus limitaciones, pero de un corazón gigante, hacia descender a uno de los dos clubes más grande de toda la Argentina por primera vez en su historia.

El monumental ya vacio, pero a ritmo de un solo color, de una sola música no paraba de sonar. El celeste vivía en el monumental y gritaba "Soy de Primera."
Con humildad, sabiendo sus carencias pero explotando sus virtudes, Ricardo Zielinski planteaba un partido de igual e igual y estaba decidido a consolidar lo que fue en el Gigante de Alberdi con el 2-0 arriba.
De la suela de Franco "El Mudo" Vazquez, del intratable "Picante" Pereyra que ya era sensación en todo el país, de la garra de Farré y de la mano del histórico Juan Carlos Olave y gracias a miles y miles de piratas que nunca se cansaron de alentar y estar siempre.Banderas celestes con calaberas y parches flageaban por todo el suelo porteño de Buenos Aires, en cada rincón, en cada esquina, un murmullo sonaba y solo se escuchaba un nombre.
Mariano Pavone explotaba el arco del "1" celeste y el Monumental comenzó a creer, en volver a creer en la esperanza de espantar a este grupo de jugadores que no estaban dispuestos a rendirse frente a 50 mil espectadores, y apenas algunos miles de piratas.
Iba por allá en los primeros 15 minutos del segundo tiempo que, Guillermo Farré recogía un rebote y marcaría el estallido en esa poquita gente pirata, pero enorme que explotaba en cada rincón de la Argentina.El 5, la garra que tanto caracteriza a Belgrano, mostraba la camiseta y le mostraba al mundo de que color se iba a teñir el monumental de ahora en más. Decía" acá estamos, somos nosotros lo que vamos a hacer descender a River".

No faltaba mucho pero increíblemente, el arbitro le daba una oportunidad más al millonario de la mano de un penal que ejecutaría Pavone. En ese arco, en el arco de Juan Carlos Olave, la mitad de Córdoba estaba con él, a su lado, la mitad de Córdoba acompañaba a su ídolo en lo que podría ser la mayor hazaña de su vida. Con el potro en su pecho, cada uno de los piratas, se tiraron junto a él al medio y contuvieron el aliento de casí la mitad del país, un club tan modesto como Belgrano de Córdoba, tan humilde con todas sus limitaciones, pero de un corazón gigante, hacia descender a uno de los dos clubes más grande de toda la Argentina por primera vez en su historia.

El monumental ya vacio, pero a ritmo de un solo color, de una sola música no paraba de sonar. El celeste vivía en el monumental y gritaba "Soy de Primera."

No hay comentarios.:
Publicar un comentario