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(Olave y la triste realidad del fútbol: otra vez la violencia) |
Pasados los 42’ del primer tiempo, César Pereyra aguanta la pelota y descarga para el costado izquierdo para Aquino, quien le entrega un pase con la cara externa del pie derecho a Velázquez que escapa solo al entrar al área de Hilario Navarro. Acomoda la pelota al segundo palo del arco con el pie izquierdo y golazo para Belgrano. Con un dominio total de Independiente con varias situaciones claras de gol desperdiciadas, el equipo del Américo Rubén Gallego manejaba la pelota a diestra y siniestra, haciendo esperar a los de Alberdi en su propio campo.
Se cerraba el telón del primer acto y el fútbol escaseaba, esperando una respuesta inmediata del local para salir a buscar el triunfo en la segunda etapa. Otra vez, los peores protagonistas que puede tener el deporte más hermoso del mundo no quisieron quedarse afuera de la escena principal.
Otra vez, se dejó el fútbol de tantos para pertenecer al de unos pocos. Violentos, delincuentes que en cuanto encontraron una brecha, un espacio, un lugar, lo utilizaron para boicotear a su propio equipo cuando caía de local por la mínima diferencia teniendo todo un tiempo por disputarse, obligando a suspender el partido. La inepta, incompetente y cómplice policía Argentina que siempre mira para el otro lado, y después reprime por doquier.
Todo para desestabilizar la figura de poder que tiene el presidente de Independiente, Javier Cantero en el club. ¿Alguno duda de que no estaba prevista la suspensión del partido por parte de la barrabrava de Independiente tras arrojar varias bombas de estruendo, antes y durante el partido? Lamentablemente, todo llega al mismo caudal: los violentos dominan una escena en la cual ellos dirigen cuando se juega o no un partido.
Juan Carlos Olave, la víctima que protagonizó el hecho propio de violencia, sostuvo: “No podemos seguir haciendo la vista gorda, seguir echándole la culpa al fútbol, porque hoy había 30 mil personas y habrán sido 5 las responsables, las otras 30 mil no tienen nada que ver.” Personas que dejan su trabajo, su familia, kilómetros y kilómetros de carretera, todo para alentar a su equipo, ven manchada esa ilusión de verlo campeón, de verlo ganar en la cancha de uno de los equipos más grandes de Argentina, por 5 delincuentes, que como dijo Olave, son “gente acostumbrada a vivir sin trabajar”.
Previa más declaraciones de los protagonistas.
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